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[ La destrucción creadora ]

Un enorme reto al que se enfrentan las organizaciones de la sociedad civil consiste en cómo llevar a cabo la persecución del ideal que provocó su nacimiento, a la par que se logra la eficiencia y el control sobre los procesos que posee la propia organización.

Cualquiera que haya tomado una decisión acerca de su lugar de trabajo ha tenido que preguntarse sobre su aportación a la sociedad, sobre qué hace de ese escenario un espacio atractivo dónde desarrollarse profesionalmente. En ocasiones, también habrá circunstancias donde el trabajador se haya visto limitado o coartado para desarrollarse de la manera en que le hubiese gustado, o en las cuales la jerarquía suponga una frontera demasiado palpable que haya impedido la fraternidad o el desempeño de las mejores habilidades de los empleados. Ante esa disyuntiva y ante muchas otras se enfrenta el autor Luigino Bruni en La destrucción creadora (Editorial Ciudad Nueva, 2019), si bien realiza un matiz que nunca antes se había estudiado de forma tan honesta y reveladora, centra su análisis en las organizaciones movidas por ideales (OMI) y de aquellas comunidades e iniciativas que nacen de carismas.

La doctora Cristina Calvo que prologa este ensayo realiza una definición del término carisma que a mi parecer conforma el eje argumental de la obra. El carisma es «un don para ver (con ojos del espíritu) cosas que otros no ven». Consiste en la idealidad, la pasión por llevar adelante un sueño, aquello que se considera excelente y que se persigue. Porque también pone en juego el espíritu, conlleva una implicación integral de la persona que no se cercena exclusivamente al ámbito religioso, sino que puede darse en la vida civil.

“Y así, cuando en las comunidades y en las organizaciones faltan carismas o son acallados, la vida común pierde belleza, delicadeza y fuerza espiritual, y empezamos a contentarnos con objetivos tristes y pequeños”.

Aunque suene paradójico, para mantenerse fiel a su carisma y maximizar el impacto de sus valores en sociedad, las OMI necesitan de un constante movimiento de renovación de las formas organizativas. A su vez no deben (ni pueden) dejar de empaparse del mundo y es imperativo huir de la autorreferencia que convierte el carisma en una ideología. Esto al tiempo que han de abrir hueco para el desarrollo de las personas que forman parte de la organización. Ahora bien, ¿cómo puede el fundador o el director de una OMI conquistar la batalla entre el éxito del carisma y el desarrollo institucional de la organización? Para ello, precisa valorar la paradoja de la gratuidad: «para que las personas puedan florecer y así enriquecerse a sí mismas, enriquecer a la organización y el mundo, es necesario no poseerlas, no consumirlas, no utilizarlas, ni siquiera con los fines más nobles».

Bruni se vuelve hacia la noción del munus, —aquel regalo gratuito que recibimos que obliga a su intercambio— para ejecutar la distinción entre la comunidad y la inmunidad. Siendo la segunda una negación de la primera, resulta imprescindible que las OMI entreguen un voto de confianza en las personas que forman parte de la organización para así permitir creatividad, innovación y otras virtudes como la lealtad que muestran el compromiso de la persona con la organización y que entiendan la «que nace de las diferencias entre las personas, del encuentro de sus diversos talentos y del diálogo entre sus motivaciones». En torno a esta noción gira el título del libro La destrucción creadora, que hace referencia a la teoría del economista austríaco Joseph A. Schumpeter para describir el proceso de transformación que acompaña a la innovación. Y con ello Bruni traslada estos conceptos al campo de los ideales, las organizaciones y los carismas dando cuenta de que para alcanzar su triunfo con frecuencia es ineludible la muerte a antiguas concepciones, la delegación por parte de los fundadores de obras que han alcanzado su finalidad, y la acogida de nuevos talentos de personas que encuentren su vocación dentro del carisma —que les permite reconocerse y «seguir la parte mejor de ellos mismos»—.