Las alianzas y la cooperación son fundamentales en cualquier ámbito de la vida. También en el desempeño profesional y, por supuesto, en el ámbito del Tercer Sector. Es de particular importancia su utilidad para compartir experiencias tanto positivas como negativas, de forma que se imiten las primeras y eviten las segundas. También sirven para ampliar la red de cada uno de sus miembros, amplificando así su alcance, y para cooperar en lugar de competir —o, mejor dicho, para competir «deportivamente»—. Son un punto de encuentro y de aprendizaje acelerado donde se crean relaciones con base en principios compartidos, en enemigos comunes, o en una combinación de ambos.
Pues bien, precisamente a todo lo anterior va dirigida la Alianza para una Ciudadanía Responsable (ARC, por sus siglas en inglés). La semana pasada nos dimos cita en Londres 1.500 personas de más de 70 países para su evento de lanzamiento. Entre los participantes se contaban algunas de las personas más influyentes del mundo, provenientes de la política, los negocios, la universidad… Bajo el liderazgo de la baronesa Philippa Stroud y con Jordan Peterson como su embajador y cara visible, por el estrado pasaron buena parte de la flor y nata de los «intelectuales públicos» de la anglosfera, como Niall Ferguson, Ayaan Hirsi Ali, John Anderson, Dave Rubin o Bjorn Lomborg.
En lugar de conjurar los pánicos morales habituales en torno al racismo y la desigualdad de género que ofrecen la mayoría de las conferencias sobre temas a los que se enfrenta la sociedad moderna, ARC tomó en serio y de manera refrescante los desafíos reales que enfrentan los ciudadanos jóvenes en las democracias occidentales. Entre otros muchos temas, se abordó la cuestión del wokismo, el futuro del capitalismo, la asequibilidad de la vivienda y el legado de hogares destrozados y padres ausentes.
Los temas dominantes en el evento inaugural de ARC fueron restaurar la fe en la civilización occidental, las virtudes de la energía nuclear, la importancia de la fe y la trascendencia para una sociedad floreciente, la centralidad de las empresas saludables para sacar a los países de la pobreza, el ideal de la sociedad civil que gestiona los problemas sociales, y un énfasis excesivo en el individualismo egoísta que ha llevado a la atomización social y a una crisis de salud mental.
La fortaleza de ARC es que dice audazmente lo que otras conferencias de élites no se atreven a decir: que el espíritu progresista y woke de estos tiempos es veneno para nuestra civilización. El tiempo dirá si ARC y sus redes serán el comienzo de una redirección civilizatoria efectiva. El desafío inmediato de ARC, como el de toda alizanza es triple. Primero, dar continuidad a la red. Segundo, aportar valor a sus miembros. Y tercero, aterrizar tan acertadas ideas en herramientas aplicables a la idiosincrasia de cada país o contexto. Retos formidables, a la altura de tan prometedor comienzo.
Por supuesto, Fortius estará allí para ayudar en cada uno de estos pasos.
Fundador y CEO de Fortius Consulting