La novela de Charles Dickens Historia de dos ciudades, publicada en 1859, tiene por escenarios París y Londres justo antes y durante la Revolución Francesa. Pues bien, la llave durante las próximas elecciones al Parlamento Europeo puede estar en otras dos ciudades del centro y el este de Europa: Budapest y Bucarest.
Estas dos ciudades, imponentes en su historia, su belleza arquitectónica y su riqueza cultural, son el bastión de dos fuerzas políticas reseñables para la próxima cita electoral: Fidesz y Alianța pentru Unirea Românilor (AUR). El primero es ya un coloso del espacio de la derecha conservadora en Occidente, y tras su salida en 2021 del European People’s Party mira hacia ECR Party & ECR Group in the European Parliament como su próximo destino. El segundo, por su parte, también tiene la vista fijada en el mismo partido europeo, lo que los convertiría en aliados.
Tan solo hay un problema bajo este escenario: ambos partidos se detestan, como también se detestan sus respectivos países por cuestiones históricas y, fundamentalmente, reivindicaciones territoriales.
Las encuestas otorgan a AUR 12 eurodiputados, mientras que a Fidesz le dan hasta 14 eurodiputados. En otras palabras, pese a la distancia abismal que actualmente separa a estas dos formaciones políticas —pues uno es partido de gobierno y el otro es apenas uno más de la oposición de su país—, en Europa tendrían un peso similar. Asimismo, los dos tendrían un sistema de alianzas parecido. Mientras que Fidesz parece contar con el apoyo incondicional de VOX, todo apunta a que AUR tendrá a su lado a Fratelli de Meloni, quien a su vez tiene también una rivalidad en ciernes con Orbán para ver quién de los dos es coronado como rey de los conservadores europeos para la próxima legislatura.
Esta posible tensión reviste gran importancia. Ambos son primeros ministros en sus respectivos países, Hungría comienza en julio la presidencia del Consejo de la Unión Europea, y Meloni ya lidera la propia lista de Fratelli para las elecciones Europeas.
A su vez, la entrada de Fidesz en ECR Group in the European Parliament supondrá seguramente la marcha de los conservadores finlandeses y suecos, muy contrarios a la cercanía que éstos alegan que Orbán mantiene con Putin. Además, AUR tiene más aliados que Fidesz en el otro gran partido conservador —en este caso, euroescéptico en vez de reformista— europeo: Identidad y Democracia; feudo histórico de Marine Le Pen, donde también está la Lega de Salvini (muy cercano a AUR) y en el que se integrarán los eurodiputados de Partido CHEGA. En definitiva, AUR, aún siendo de menor envergadura que Fidesz, será un socio muy deseable para muchos en los salones europeos.
Por todo ello resulta capital que, sin renunciar a sus intereses nacionales, los conservadores de Hungría y Rumanía enarbolen la misma bandera en Bruselas, bajo la amenaza de guerra civil conservadora si esto no sucede. Algo que resultaría desastroso en una legislatura en el que las fuerzas conservadoras patrióticas, pro familia, defensoras de una Europa cristiana, podrán aguantarle el pulso e, incluso, hacer retroceder, a una mayoría socialdemócrata globalista que pretende diluir las naciones de Europa en una masa informe sin identidad.
Este caso también apunta a una posible paradoja: los conservadores, por lo general, son defensores a ultranza de sus países y sus intereses nacionales. La derecha es una derecha patriótica. Sin embargo, ante la abundancia de intereses nacionales enfrentados, difícilmente podrá alcanzarse un orden internacional (o europeo) conservador, lo que, a su vez, puede impedir que se presente un verdadero frente unido ante las amenazas que se ciernen sobre los postulados que defiende esta derecha en todo Occidente.
Saldremos de dudas el 9 de junio, cuando estas dos ciudades y tantas otras se den cita en las elecciones europeas y se pongan en marcha las negociaciones de incorporación y salida de los diferentes partidos y grupos parlamentarios.