En el mundo del Tercer Sector, las ONGs y las empresas sociales, los términos «defensa» (advocacy) y lobby son a menudo utilizados de manera intercambiable, aunque representan actividades distintas. Ambos son cruciales para impulsar cambios e influir en políticas públicas, pero entender sus diferencias es clave para navegar con acierto el mapa regulatorio y ético.
¿Qué es el advocacy?
Advocacy es un término amplio que abarca una gama de actividades destinadas a influir en la percepción pública, políticas y leyes de una manera que represente los valores y objetivos de una organización. Incluye educar al público, crear conciencia y construir apoyo para una causa o tema específico. El advocacy puede tomar muchas formas, incluyendo discursos públicos, publicación de investigaciones, organización comunitaria y campañas mediáticas. La esencia del advocacy es crear un cambio en la opinión pública y fomentar un cambio social.
Principales características del advocacy
- Naturaleza educativa: advocacy a menudo implica diseminar información y educar al público o a los tomadores de decisiones sobre un tema o causa particular.
- Amplio alcance: puede abordar una amplia gama de problemas públicos, sin llamar directamente a una acción legislativa específica.
- Centrada en la comunidad: advocacy generalmente implica movilizar el apoyo comunitario (ej. ciudadano) y empoderar a los individuos para tomar acción colectiva.
¿Qué es el lobby?
El lobby, por otro lado, es una forma más específica de «defensa». Supone una interacción directa con los legisladores, empleados públicos, etc. En definitiva, con los expertos en política pública o los tomadores de decisión política. El lobby puede ser realizado por lobistas profesionales, miembros de la organización o incluso voluntarios e incluye actividades como reunirse con legisladores, testificar ante comités gubernamentales y escribir cartas o hacer llamadas telefónicas sobre trámites legislativos específicos.
Principales características del lobby
- Enfocado en la legislación: el lobby tiene como objetivo específico influir en la aprobación, derrota o modificación de la legislación.
- Interacción directa: supone la interacción directa con los formuladores de políticas o su personal.
- Actividad regulada: en muchos países, las actividades de lobby están sujetas a requisitos legales específicos, incluyendo su registro, determinados estándares de transparencia y publicidad de sus actividades, etc.
¿Y el Tercer Sector?
Para las ONGs y empresas sociales, es crucial entender las implicaciones legales del lobby. En muchas jurisdicciones hay una regulación estricta que gobierna la actividad de lobby, especialmente para organizaciones con estatus caritativo. Estas organizaciones deben navegar estas reglas cuidadosamente para mantener su régimen jurídico exento de impuestos o que permita desgravaciones fiscales a sus donantes.
En general, existe una línea muy fina entre el advocacy como el lobby, pero las organizaciones desarrollar una actividad efectiva que separe ambos campos a través del desarrollo de una estrategia clara y formando bien a sus cuadros. En cuanto a la estrategia, las organizaciones deben comprender sus objetivos y saber cómo lograrlos mejor, ya sea a través de una advocacy más amplia o un lobby dirigido a un interlocutor específico. Con respecto a la formación, resulta fundamental que las organizaciones se aseguren de que su equipo entiende la diferencia entre advocacy y lobby, y conoce los límites legales de este último.
Finalmente, hay una ‘prueba del algodón’ definitiva para distinguir entre lobby y advocacy desde el punto de vista o posición de las organizaciones del Tercer Sector. A saber: quién paga y qué misión fundacional se está persiguiendo. En el advocacy, será la propia organización de la sociedad civil quien desarrolle una acción en cumplimiento de su misión fundacional, para lo que puede emplear recursos propios o buscar donaciones o patrocinios ad hoc. En cuanto al lobby, la organización que lleva a cabo esa acción está velando por la misión fundacional de un tercero —a menudo, una empresa del sector privado—, cuyos intereses representa a cambio de una contraprestación dineraria o en especie. En ese sentido, si la actividad tiene o no un ánimo de lucro también es un buen indicador de si estamos ante advocacy o lobby.
Conclusión
Tanto el advocacy como el lobby son herramientas poderosas para las ONGs y empresas sociales que buscan efectuar un cambio. Mientras que el advocacy se centra en esfuerzos educativos más amplios y cambio social, en cumplimiento de la propia misión fundacional y sin un ánimo de lucro, el lobby presenta un enfoque dirigido a influir en legislaciones específicas, con ánimo de lucro y llevado a cabo por organizaciones que representan intereses de terceros. Entender la diferencia entre estas dos actividades es esencial para que las organizaciones naveguen efectivamente los requisitos legales existentes y maximicen su impacto.
Fundador y CEO de Fortius Consulting